La historia del grabado es antigua, rica y prolija, y ha pasado por grandes y esplendorosas etapas: la de los grandes maestros clásicos (Durero, Cranach, Rembrand, Holbein), la de los grandes maestros modernos (Piranesi, Goya, Daumier, Fortuny) y la de los grandes experimentadores del siglo XX (Picasso, Dalí, Miró, Tápies, Chagall, Clavé, Rouault Warhol, Arroyo, Rauschenberg, Saura) y sigue dando manifestaciones de vitalidad y creatividad.

La realización de la obra gráfica original se acredita de acuerdo con los principios proclamados en el III Congreso Internacional de Artistas, celebrado en Viena en 1960.

Estos principios establecen:

1. Que las obras gráficas originales son aquellas en las que el artista ha realizado la matriz, es decir, la plancha de cualquier material, y utilizando las distintas técnicas del grabado (aguafuerte, litografía, serigrafía, xilografía, técnicas aditivas, etc.) . Las obras que no cumplen este requisito se consideran reproducciones.

2. Que cada prueba lleve la firma del artista, una indicación total de la edición y el número definitivo de cada una de sus obras gráficas.

3. Que es el artista quien tiene derecho exclusivo de establecimiento del número definitivo de cada una de sus obras gráficas.

4. Que la estampación de cada prueba puede ser realizada por el mismo artista, o, bajo su directo control, por el estampador. En este caso puede constar el nombre de ambos.

5. Que una vez realizada la edición, las planchas, pantallas, piedras o bloques de madera utilizados deben ser destruidos o marcados con una señal característica que indique que la edición ha sido completada y que, por lo tanto, no puede ser repetida.

Estas normas que han sido aceptadas internacionalmente se proponer eliminar el fraude, la falsificación y la adulteración de la creación gráfica original.